Trastornos de las fantasías sexuales

Las fantasías son una parte normal e importante de la sexualidad. Pueden aparecer como imágenes fugaces o como escenas elaboradas y prolongadas que involucran diversas conductas sexuales en diferentes lugares. Pueden involucrar a las propias parejas sexuales, parejas potenciales o figuras imaginarias. El contenido de estas fantasías suele cambiar con el tiempo.

A algunas personas les preocupa que el contenido de sus fantasías sexuales sea objetable o anormal. Sin embargo, tenerlas no significa que se hagan realidad.

Las fantasías sexuales son normales y saludables, aunque puede ser preocupante el predominio de fantasías que involucran relaciones sexuales con niños o violencia contra otros en adultos.

• Causas psiquiátricas y psicológicas

Los trastornos afectivos graves, como la depresión y el trastorno bipolar (maniaco-depresivo), son una causa psiquiátrica muy común de disfunción sexual funcional. Por ejemplo, una persona con depresión suele perder el interés en el sexo. La esquizofrenia también suele asociarse con la disfunción sexual. Los trastornos de la personalidad suelen provocar disfunción sexual. Lo mismo ocurre con los trastornos de adaptación relacionados con el estrés.

Las creencias personales de una persona sobre lo que se considera "correcto" y "debería" hacer en el ámbito sexual pueden influir considerablemente en sus respuestas sexuales. Para muchas personas, la ignorancia o las ideas erróneas sobre su propio cuerpo pueden provocar insatisfacción sexual. Por ejemplo, muchas mujeres desconocen que las relaciones sexuales sin suficiente estimulación del clítoris no pueden producir orgasmo. La penetración por sí sola no es suficiente para producir dicha estimulación, por lo que muchas mujeres capaces de alcanzar el orgasmo se estimulan a sí mismas o tienen una pareja que puede hacerlo. Los hombres que desconocen que las mujeres necesitan estimulación del clítoris comienzan a dudar de su propia masculinidad porque la mera penetración no puede producir el orgasmo en la mujer con la que mantienen relaciones sexuales. Esta duda puede generar miedo e impotencia.

Las causas psicológicas comunes de los problemas sexuales incluyen:

• Depresión.
• Sentimientos inconscientes de culpa o miedo asociados con las relaciones sexuales.
• Miedo al fracaso, duda en las propias capacidades sexuales o miedo a que las expectativas sexuales de la pareja no se cumplan.
• Inhibición causada por factores socioculturales (todas las prohibiciones e imperativos en forma de “deberías” o “no deberías” que están asociados a nuestra educación familiar, cultural o religiosa).
• Trauma sexual (incesto, violación o experiencias dolorosas de fracaso sexual, etc.).
• El papel del “observador” (concentrarse en lo que está sucediendo, en lugar de experimentar todo el acto sexual).
• Tensión en la relación de pareja (cuando uno de los miembros de la pareja critica o humilla constantemente al otro; cuando uno o ambos miembros de la pareja están enojados, etc.).
• Conflictos mentales (generalmente un estado inconsciente de tensión que ocurre cuando los deseos, necesidades y pensamientos internos están en conflicto, como un hombre que tiene sentimientos sexuales no procesados hacia su madre y, por lo tanto, pierde interés en su esposa después del nacimiento de un hijo, ya que ella se ha convertido en la encarnación de su imagen maternal).

La mayoría de las veces, los problemas surgen porque las necesidades sexuales del otro no se comparten. A menudo, la pareja sabe poco o nada sobre las fantasías, preferencias, inclinaciones, miedos y sensibilidades sexuales del otro. Con frecuencia, la mujer espera que su pareja sepa cómo alcanzar el orgasmo sin compartir exactamente qué le produce placer. Y el hombre duda en hablar sobre qué le ayuda a lograr una erección. A menudo, las parejas desconocen los problemas del otro.

Finalmente, las crisis vitales, el estrés, la fatiga y los cambios de humor habituales pueden alterar el ciclo de respuesta sexual. Por ejemplo, las madres con bebés pueden experimentar una disminución del deseo sexual debido a la fatiga. Tras un divorcio, un hombre puede experimentar un aumento o disminución de la actividad sexual debido a un cambio en el estilo de vida. En estos casos, las fluctuaciones en la actividad sexual suelen suavizarse a medida que la situación se estabiliza, la energía vuelve a su nivel anterior y el estado de ánimo mejora. Si esto no ocurre, se debe iniciar el tratamiento adecuado para prevenir la disfunción sexual.