Componentes cosméticos: Conservantes

Los conservantes en cosméticos son un tema frecuente de debate y especulación en la prensa popular y científica. Deben proteger la crema contra una amplia gama de organismos (bacterias, hongos) durante un período prolongado. Los cosméticos se utilizan durante varios meses (o incluso años), por lo que su contenido en conservantes determina las condiciones de almacenamiento para las que están diseñados. Al mismo tiempo, la mayoría de los métodos de esterilización adoptados en la industria alimentaria (liofilización, esterilización de envases, almacenamiento a bajas temperaturas) no son adecuados para la producción de cosméticos. Por lo tanto, al menos para las células microbianas, el conservante debe ser definitivamente tóxico.

Un conservante también puede ser tóxico para las células cutáneas. Actualmente, los científicos trabajan en la creación de conservantes con el espectro de acción más amplio posible, de modo que no sea necesario añadir varios conservantes a la formulación.

Siempre que sea posible, los conservantes se incluyen en los cosméticos en la concentración mínima necesaria para que sean eficaces contra los microbios y no resulten tóxicos para la piel. Cabe recordar que, de hecho, cualquier componente de un producto cosmético puede causar reacciones cutáneas indeseables. Simplemente, algunas sustancias tienen un mayor potencial tóxico que otras. Los conservantes, junto con los surfactantes, se consideran tradicionalmente una de las principales causas de reacciones alérgicas y dermatitis en personas con piel sensible. Por supuesto, esto tiene algo de cierto. Sin embargo, es innegable que los conservantes son menos dañinos que los microbios y las toxinas microbianas, así como los productos de descomposición de los ingredientes cosméticos por la flora microbiana. Por lo tanto, los conservantes deberían estar presentes en los cosméticos y no pueden eliminarse por completo.

Algunos componentes naturales también tienen la propiedad de ralentizar el deterioro de los productos cosméticos, como los extractos de plantas (hojas de abedul, corteza de pino y muchas otras plantas), el benzoato de sodio (presente en arándanos rojos y grosellas), los aceites esenciales, el propóleo, las sales y el extracto de algas marinas, rico en yodo. La incorporación de estas sustancias en la receta permite reducir la concentración de conservantes sintéticos (si se requiere).

Los cosméticos sin conservantes no pueden usarse durante mucho tiempo, por lo que es mejor guardarlos en el refrigerador. De lo contrario, se produce un aumento de la flora microbiana y la inactivación de los aditivos activos.

Los aditivos antibacterianos utilizados no son conservantes cosméticos tradicionales, sino compuestos completamente diferentes. Entre ellos se encuentran agentes bactericidas inespecíficos (alcohol etílico, acetona, compuestos yodados, extractos de plantas, aceites esenciales, etc.) y sustancias específicas que bloquean una etapa específica del metabolismo celular microbiano (antibióticos).

Existen varios grupos de cosméticos con propiedades antibacterianas: productos antiacné, champús anticaspa, jabones antimicrobianos y desodorantes-antitranspirantes. En esta serie, los productos antiacné destacan por sus propiedades antibacterianas. En primer lugar, no suelen enjuagarse y permanecen en la piel durante mucho tiempo. En segundo lugar, la piel sobre la que se aplican presenta una barrera cutánea dañada y sus mecanismos de protección están debilitados. En tercer lugar, la disbacteriosis, acompañada de inflamación, es frecuente en la piel con acné. Por lo tanto, los cosméticos para el cuidado de la piel con acné tienen características propias y son muy similares a los medicamentos.

En cuanto a otros grupos de cosméticos antibacterianos, los legisladores de cada país los evalúan de forma diferente. Así, en EE. UU., la presencia de ingredientes antibacterianos en los cosméticos convierte inmediatamente el medicamento en un producto cosmético. En EE. UU., los desodorantes se convierten inmediatamente en "medicamentos" en cuanto se afirma que su efecto desodorante se basa en su efecto antimicrobiano. Por lo tanto, los antitranspirantes en EE. UU. se incluyen en la categoría de medicamentos. El grupo de productos representado por los jabones antibacterianos se ha convertido en un verdadero punto de discordia entre la industria cosmética y la FDA. La FDA dictaminó que los jabones que se comercializan como antibacterianos se clasifican como medicamentos. Francamente, cualquier jabón tiene propiedades antibacterianas, ya que sus componentes principales son los surfactantes. Los surfactantes del jabón no son peligrosos para la piel, pero las bacterias en su superficie mueren.

El componente antibacteriano más conocido del jabón es el triclosán. Los medios de comunicación informan periódicamente que el triclosán es tóxico para la piel. Esto no es más que una simple especulación, ya que hasta la fecha ninguno de los numerosos estudios a gran escala lo ha confirmado. Sin embargo, la cuestión de la conveniencia de incluir triclosán en el jabón es bastante natural, sobre todo porque existen razones adicionales para ello. Para afectar de forma efectiva la flora microbiana que habita en la superficie de nuestra piel, es necesario introducir un agente antimicrobiano en una mayor concentración. De este modo, aumentamos el riesgo de reacciones adversas (irritación, alergias), por un lado, y, sin motivo alguno, alteramos gravemente el equilibrio microbiológico, por otro.

Y por tanto el conservante debe:

• Un conservante o sistema conservante debe ser seguro cuando el producto cosmético que lo contiene se utiliza para el propósito previsto.
• Un conservante o una combinación de conservantes debe ser compatible con todos los ingredientes del sistema y no debe perder su actividad debido a la interacción con otros componentes. La introducción de conservantes no debe afectar las propiedades de los productos cosméticos para el consumidor.
• El conservante ideal no debe introducir olor ni color en el producto cosmético ni reaccionar con los ingredientes del sistema para provocar un cambio de color u olor.
• El conservante debe ser estable a todas las temperaturas y valores de pH utilizados en la producción de cosméticos.
• Un conservante ideal debería funcionar tanto durante el proceso de fabricación como durante toda la vida útil prevista de los cosméticos.

Cabe destacar que lo más importante para un fabricante de cosméticos es elegir un conservante verdaderamente eficaz contra los microbios y seguro. El precio es un factor secundario. Mucho más graves son las posibles quejas de los clientes o de los medios de comunicación, que pueden dañar gravemente la reputación de una empresa de cosméticos. Esto le costará mucho más que ahorrar en un conservante barato que no funcionará.

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