Uso de Botox (toxina botulínica tipo A) para las arrugas faciales

La toxina botulínica tipo A, producida por la bacteria C. lostridium botulinum, es una potente neurotoxina que bloquea la liberación de acetilcolina en la unión neuromuscular. Debilita el tono muscular hasta el punto de producir parálisis flácida. El bótox se ha utilizado de forma segura y eficaz para tratar a pacientes con distonía facial, espasmos hemifaciales y tics faciales. El resultado de esta terapia es una mejoría estética. Con frecuencia, los pacientes que se han sometido a inyecciones unilaterales de bótox para estos trastornos vuelven a solicitar inyecciones en el otro lado de la cara para verse más jóvenes.

Las inyecciones de bótox mejoran la apariencia al reducir o eliminar los pliegues faciales hiperfuncionales, causados por la contracción de los músculos subyacentes. La desaparición de estos pliegues, junto con el alisamiento de la superficie cutánea, se observa en afecciones que debilitan los músculos faciales: daño a los nervios motores faciales, parálisis facial periférica o accidente cerebrovascular. La toxina botulínica no afecta los pliegues faciales que no están causados por hiperfunción muscular: daño por radiación, pérdida de fibras elásticas o atrofia cutánea. Estas afecciones se corrigen mejor con peelings químicos, rejuvenecimiento láser o la aplicación de rellenos inyectables.

En 1989, el Botox recibió la aprobación de la FDA como tratamiento eficaz y seguro para el blefaroespasmo, el estrabismo y el espasmo hemifacial. En 1998, se añadieron los fenómenos espasmódicos a las indicaciones del Botox. Una conferencia de consenso de organizaciones nacionales de salud (1990) creó una serie de indicaciones no escritas, como la disfonía espasmódica, la distonía oromandibular y la tortícolis. Muchas de estas indicaciones se han convertido en estándares de atención. Llevamos más de 12 años utilizando Botox y lo recomendamos para el tratamiento de los pliegues faciales hiperfuncionales, como los pliegues nasales, las líneas de la frente, las líneas oblicuas laterales («patas de gallo»), las bandas del platisma y los pliegues mentonianos. Carruthers y Carruthers informaron simultáneamente resultados similares con inyecciones de Botox para la corrección de los pliegues faciales hiperfuncionales.

El tratamiento con Botox requiere solución salina estéril, jeringas y pequeñas agujas para electromiografía monopolar (EMG).

El medicamento se conserva en un congelador estándar a una temperatura de -15 a -20 °C. Cada frasco de Botox (Allergan, EE. UU.) contiene 100 U de toxina botulínica tipo A liofilizada y se suministra en hielo seco. Antes de la inyección, debe diluirse con solución salina. Normalmente, se añaden 4 ml de solución salina para obtener una concentración de 25 U/ml (2,5 U en 0,1 ml); 2,5 ml para obtener una concentración de 40 U/ml (4 U en 0,1 ml); o 2 ml para obtener una concentración de 50 U/ml (5 U en 0,1 ml).

Se fotografían las líneas faciales del paciente para su comparación documental antes y después de la corrección. Se toman fotos del rostro del paciente en reposo y bajo estrés, mostrando estas líneas. Su análisis detallado permite distinguir qué líneas son funcionales, cuáles se deben a cambios en las propiedades de la piel (p. ej., cambios actínicos o relacionados con la edad), cuáles son resultado de deformaciones estructurales de los tejidos subyacentes y cuáles están asociadas a procesos cicatriciales. Al recopilar la anamnesis, se presta especial atención a la presencia de intervenciones cosméticas y tratamientos faciales previos, lesiones, tendencia al sangrado, medicación que toma el paciente, hipersensibilidad a medicamentos, tendencia a la formación de cicatrices o hipo/hiperpigmentación. Antes y después del tratamiento, utilizamos una escala para evaluar las líneas funcionales en reposo y durante la actividad. La evaluación la realizan conjuntamente el médico y el paciente en cada visita. La escala de evaluación tiene cuatro gradaciones: 0 - sin líneas; 1 - líneas leves; 2 - líneas moderadas; 3 - líneas pronunciadas.

A pesar de la escasa información sobre el uso de Botox en mujeres embarazadas y lactantes, no se les debe inyectar este fármaco, ya que aún no se ha estudiado su efecto en el feto. Recomendamos precaución al usar Botox en pacientes con enfermedades neuromusculares (por ejemplo, síndrome de Eaton-Lambert, miastenia maligna), así como en casos de daño de la motoneurona. No recomendamos su uso en pacientes que reciben antibióticos aminoglucósidos, ya que estos pueden afectar la transmisión neuromuscular y potenciar el efecto de la dosis de Botox aplicada.