Desarrollo de la memoria, la atención, la imaginación y la percepción en el niño de 2 a 5 años

La percepción en niños de 2 a 5 años es activa y eficiente. Percibir un objeto significa que el niño realiza alguna acción práctica con él. Gradualmente, la percepción se convierte en un proceso independiente. El niño percibe principalmente objetos brillantes y coloridos, aunque quizás esto no sea esencial. Los paseos por el bosque, el campo y la contemplación de cuadros son útiles para desarrollar la percepción.

La memoria mejora junto con el desarrollo de la percepción. La memorización y la reproducción involuntarias predominan en el niño. Sin embargo, la memoria voluntaria también se desarrolla gradualmente. Esto se ve facilitado por una importante ampliación del ámbito de comunicación con los adultos. Para que un niño comprenda a un adulto, debe memorizar y reproducir mucho. Además, el proceso de dominar el habla exige mucho de la memoria: es necesario recordar no solo la pronunciación de las palabras, sino también su combinación. Sin esto, es imposible comprender el habla de los adultos ni escuchar cuentos, historias y poemas.

Un niño puede escuchar atentamente durante mucho tiempo. Repite lo mismo muchas veces, siempre con el mismo interés y entusiasmo. Como resultado, recuerda mejor lo que ha oído. ¡Todos han visto cómo un niño "lee" cuentos de hadas o poemas bastante extensos!

Gracias al desarrollo intensivo del habla, también surge la memoria verbal y lógica. Naturalmente, el niño recuerda con mayor facilidad la actividad relacionada con ella, especialmente los juegos. Si la necesidad de recordar algo surge de las instrucciones de un adulto o está relacionada con un juego, la memorización se produce con mayor facilidad. Las investigaciones han demostrado que los niños recuerdan mejor algo cuando lo hacen conscientemente. Sin embargo, la memorización mecánica también desempeña un papel muy importante en la formación de la memoria infantil.

A esta edad, un niño recuerda con mayor facilidad el material brillante. Además, cuanto más brillante es, más tiempo se retiene en la memoria. Un niño recuerda objetos o eventos similares con dificultad. Por ejemplo, al hablar de una festividad, puede combinar recuerdos de ella con recuerdos de otra. Si un evento está tan lleno de acción, personajes e impresiones, es posible que el niño ni siquiera recuerde nada de lo que vio. Por ejemplo, un niño de tres años, después de ver un espectáculo de circo, no podía recordar nada de lo que vio, excepto la música a todo volumen. Por lo tanto, solo recordaba lo que ya le resultaba familiar de experiencias pasadas.

Los niños se distraen con mucha facilidad. No siempre es posible concentrarlos en algo, por ejemplo, en leer un cuento de hadas. Un niño puede escuchar atentamente un cuento, pero cuando alguien nuevo entra en la habitación (sobre todo con un regalo), se distrae de inmediato y su atención se centra en un objeto nuevo. Sin embargo, con el tiempo, sus intereses comienzan a expandirse: puede escuchar atentamente un cuento durante más tiempo, mirar un juguete o observar las acciones de su madre en la cocina. La actividad laboral influye especialmente en la modificación de la naturaleza de la atención (que gradualmente pasa de ser voluntaria a involuntaria). Enseña a los niños a prestar atención a la necesidad de alcanzar un objetivo específico y a seguir las instrucciones de los adultos.

La base del desarrollo de la imaginación es la acumulación de ideas y la expansión de la experiencia. Pero como el bebé aún tiene poca experiencia, su imaginación es pobre. A veces se dice que un niño tiene una imaginación muy rica, ya que sus fantasías a veces son ilimitadas. De hecho, la imaginación de un niño es mucho más pobre, débil y monótona que la de un adulto (K. D. Ushinsky). ¡Es que nada es imposible para un niño! No comprende que algunas cosas en la vida no pueden suceder (por ejemplo, una persona no puede volar como un pájaro) y, debido a su desconocimiento, fantasea al máximo.

Debido a la falta de conocimientos, los niños creen fácilmente en Baba Yaga, la Serpiente Gorynych, Koshchei el Inmortal y otros personajes de cuentos de hadas. Para ellos, la pregunta de dónde vinieron el Abuelo Escarcha y la Doncella de las Nieves en Nochevieja no se plantea; por supuesto, del bosque. Por lo tanto, a un niño de 3 a 5 años se le puede inculcar cualquier fábula y la creerá fácilmente. «...Para un niño, nada es imposible, porque desconoce qué es posible y qué no lo es» (K. D. Ushinsky).

A los 5 años, la imaginación de los niños se desarrolla mucho más. Si antes el juego, incluso el de rol, era relativamente sencillo, ahora, antes de empezar, los niños lo planifican en su imaginación. Por ejemplo, si se trata de un viaje a África, empiezan a comentar todos los detalles del viaje que conocen: «Necesitamos un avión, un piloto, una azafata, un cazador (con pistola, por supuesto), un médico, etc.». Al comenzar el juego, se asignan todos los roles, se escribe el guion y este se desarrolla según un plan preestablecido, aunque, por supuesto, con cierta improvisación por parte de los participantes.

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