El cobre podría ayudar a mantener la salud cerebral después de un accidente cerebrovascular

Un nuevo estudio revela el poder del cobre para fortalecer el cerebro: la cantidad adecuada puede ayudar a los adultos mayores a mantener la agudeza mental, especialmente después de un accidente cerebrovascular. Un estudio observacional con estadounidenses mayores reveló que una mayor ingesta de cobre en la dieta se asociaba con una mejor función cognitiva, especialmente en personas con antecedentes de accidente cerebrovascular. El estudio se publicó en Scientific Reports.

Prerrequisitos

La prevalencia del deterioro cognitivo aumenta constantemente a nivel mundial, principalmente debido al envejecimiento de la población. El deterioro cognitivo es una característica importante de todas las formas de demencia, desde el deterioro cognitivo leve hasta la enfermedad de Alzheimer.

Las últimas estimaciones sugieren que el número de personas con demencia alcanzará los 152,8 millones en 2050, lo que pone de relieve la necesidad de desarrollar estrategias para reducir el riesgo de deterioro cognitivo.

En los últimos años, la suplementación con micronutrientes esenciales (vitaminas y minerales) se ha considerado un método valioso para mejorar la función cognitiva y prevenir la demencia, especialmente en adultos mayores. Investigaciones han demostrado que los desequilibrios en el cerebro de ciertos micronutrientes, como el zinc, el selenio y el cobre, pueden provocar deterioro cognitivo y el posterior desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

El cobre es un micronutriente importante necesario para el desarrollo y el funcionamiento del sistema nervioso. Sin embargo, el cerebro requiere niveles óptimos de cobre para su funcionamiento normal: su deficiencia puede causar trastornos neurológicos, y su exceso puede provocar estrés oxidativo y neurodegeneración.

En el estudio actual, los investigadores examinaron la relación dosis-respuesta no lineal entre la ingesta dietética de cobre y la función cognitiva en estadounidenses de 60 años o más.

Metodología

El estudio analizó datos de 2.420 participantes en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) de 2011 a 2014. La muestra de NHANES es representativa de la población adulta de EE. UU.

La información sobre la ingesta dietética de cobre se obtuvo mediante dos cuestionarios de recordatorio dietético de 24 horas. Para evaluar la memoria y la función ejecutiva, los participantes completaron cuatro pruebas de función cognitiva: las pruebas de recuerdo verbal inmediato y diferido de listas de palabras (CERAD-IRT y CERAD-DRT), la prueba de sustitución de dígitos y símbolos (DSST) y la prueba de fluidez verbal en animales (AFT). Se calculó una puntuación cognitiva global media a partir de los resultados de las cuatro pruebas.

• El CERAD-IRT y el CERAD-DRT evaluaron la capacidad para adquirir nueva información léxica.
• El DSST midió la velocidad de procesamiento de la información y la función ejecutiva.
• La prueba AFT evaluó las capacidades verbales y ejecutivas.

Resultados clave

Los participantes con la mayor ingesta de cobre en la dieta obtuvieron puntuaciones cognitivas más altas que aquellos con la ingesta más baja. La función cognitiva mejoró gradualmente a medida que aumentaba la ingesta de cobre, lo que indica una relación dosis-respuesta positiva, pero no lineal.

Los investigadores han identificado los umbrales óptimos de ingesta de cobre:

• 1,63 mg/día para DSST;
• 1,42 mg/día para AFT;
• 1,22 mg/día para la puntuación cognitiva global.

Se observó una asociación positiva entre la ingesta de cobre y la función cognitiva con ingestas inferiores a estos umbrales. Por encima de estos umbrales, la asociación presentó una forma de L invertida y perdió significación estadística. Esto sugiere que, a partir de cierto nivel, la ingesta de cobre ya no mejora la función cognitiva.

El análisis de subgrupos mostró que el efecto positivo del cobre en la puntuación cognitiva global fue particularmente pronunciado en los participantes con antecedentes de accidente cerebrovascular: el aumento en la puntuación Z de la función cognitiva global en este grupo fue estadísticamente significativo (p para la interacción = 0,009).

Importancia del estudio

El estudio destaca la importancia de una ingesta adecuada de cobre en la dieta para mejorar la función cognitiva en los adultos mayores, especialmente en los sobrevivientes de un accidente cerebrovascular.

El cobre regula numerosos procesos fisiológicos: la síntesis de neurotransmisores, la producción de energía celular y la protección antioxidante. Actúa como cofactor de diversas enzimas implicadas en la función cerebral. La alteración de la homeostasis del cobre se asocia con enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Wilson y el Alzheimer.

El efecto beneficioso del cobre fue particularmente notable en participantes con antecedentes de ictus. Los datos existentes también indican un efecto protector del cobre en la reducción del riesgo de ictus y del daño neuronal en el ictus isquémico.

El cobre participa en la función de las enzimas antioxidantes, reduciendo la formación de radicales libres y previniendo el daño oxidativo a los lípidos cerebrales. Además, promueve la transición de los macrófagos de un fenotipo proinflamatorio a uno antiinflamatorio, lo que previene la neuroinflamación y proporciona neuroprotección, favoreciendo las capacidades cognitivas.

La mejora de las funciones cognitivas a través del cobre también está asociada a su papel en la síntesis del neurotransmisor acetilcolina, que es importante para el aprendizaje y la memoria.

En general, el estudio sugiere que una ingesta óptima de cobre (≈ 1,22 mg/día) puede mejorar la función cognitiva en adultos mayores, especialmente en aquellos con accidente cerebrovascular. Se necesitan ensayos controlados aleatorizados para confirmar estos hallazgos.

Sin embargo, establecer relaciones causales es imposible debido al diseño transversal del estudio y la posible influencia de factores dietéticos y conductuales no tenidos en cuenta.