Por qué los gimnastas deben desconfiar de los suplementos de testosterona para aumentar masa muscular

El deseo de un físico esculpido está impulsando a algunos aficionados al gimnasio a experimentar con esteroides sintéticos, en particular suplementos de testosterona. Esta tendencia se ve impulsada en gran medida por las redes sociales, donde miles de publicaciones hablan sobre maneras de aumentar los niveles de testosterona, y los influencers promueven los supuestos beneficios del uso de la hormona sintética e incluso recomiendan productos que se pueden comprar en línea sin receta.

Sin embargo, si bien la testosterona sintética puede mejorar su apariencia a corto plazo, no deben ignorarse sus efectos a largo plazo sobre su salud.

La testosterona es una hormona esteroide que interviene en el funcionamiento de todos los órganos del cuerpo. Tanto hombres como mujeres la producen, aunque los hombres tienen una cantidad aproximadamente 15 veces mayor en circulación que las mujeres.

La testosterona no solo estimula el desarrollo sexual y la pubertad, sino que también ayuda a desarrollar masa muscular y a controlar el crecimiento óseo. Esto mejora nuestra fuerza, resistencia y capacidad cardiovascular.

Muchos factores pueden aumentar naturalmente la producción de testosterona, incluidos el ejercicio, el estrés y el sexo.

Pero el uso de suplementos sintéticos de testosterona para aumentar sus niveles de la hormona, especialmente en cantidades mayores que la producción natural de su cuerpo, tendrá impactos significativos en su salud.

Inicialmente, esto puede aumentar el deseo sexual y ayudar al cuerpo a desarrollar más masa muscular con el paso de los meses. También puede causar acné, calvicie de patrón masculino y aumento de senos en los hombres. Las mujeres pueden experimentar amenorrea (pérdida de la menstruación), aumento del vello corporal, voz más grave y agrandamiento del clítoris.

Pero estos efectos secundarios son menores comparados con los graves efectos que el abuso repetido y a largo plazo tiene sobre el organismo.

El abuso de esteroides altera el corazón, provocando su agrandamiento, el aumento de la presión arterial y la pérdida de elasticidad de las arterias. Todos estos cambios hacen que el corazón trabaje más, aumentando el riesgo de muerte súbita. Los cambios cardiovasculares persisten en la mayoría de los abusadores.

Los daños en el hígado y los riñones suelen desarrollarse en personas que utilizan esteroides durante largos períodos de tiempo.

La testosterona también tiene efectos psicológicos, incluido el aumento de la agresividad, la depresión y la ansiedad.

Fundamentalmente, los suplementos de testosterona inhiben los mecanismos normales de producción de testosterona en el cerebro. Esto causa hipogonadismo, una afección en la que los tejidos que normalmente producen testosterona se encogen. En los hombres, esto resulta en una disminución del conteo de espermatozoides y del volumen testicular.

El hipogonadismo también contribuye a una amplia gama de síntomas de abstinencia. Algunos de estos síntomas incluyen depresión y disminución de la libido, a menos que se aumente la testosterona.

Muchos hombres que abusan de esteroides se vuelven hipogonadales y requieren terapia de reemplazo de testosterona de por vida.

Un problema creciente El Comité Olímpico Internacional y la Agencia Mundial Antidopaje prohibieron la testosterona y otros esteroides anabólicos después de los Juegos Olímpicos de 1972. Su razonamiento fue que si bien estos agentes mejoran el rendimiento físico, también tienen graves consecuencias para la salud.

Sin embargo, más de 40 años después de esta prohibición internacional, el consumo de esteroides anabólicos continúa entre algunos atletas. Por ejemplo, en 2021, se informó que entre el 29 % y el 43 % de los atletas profesionales en Irán habían abusado de estas sustancias. En un estudio australiano realizado en 2023 con 32 atletas (en su mayoría mujeres), aproximadamente el 43 % de los encuestados declaró consumir sustancias para mejorar el rendimiento.

Sin embargo, los atletas profesionales representan actualmente solo una pequeña parte del problema mundial del dopaje. El uso cosmético de testosterona por parte de personas que no son atletas y que desean mejorar su autoestima y apariencia física ha convertido el abuso de esteroides anabólicos en un problema público. Algunos informes estiman que alrededor de un millón de personas en el Reino Unido consumen esteroides como la testosterona.

Pero dados los conocidos riesgos y daños del uso de testosterona, ¿por qué alguien optaría por usarla y seguir usándola incluso con graves problemas de salud? Esta es una pregunta que los expertos llevan años intentando responder.

Una posible razón es que los usuarios perciben los problemas de salud como una ocurrencia futura y que estos problemas son un riesgo aceptable para lograr una mejor condición física o apariencia a corto plazo.

La adicción a los esteroides anabólicos puede desempeñar un papel al afectar el juicio y reducir la conciencia del daño potencial.

El dilema de Goldman también puede arrojar luz. Entre 1982 y 1995, Bob Goldman, médico y escritor, planteó una pregunta hipotética fáustica a atletas de élite: ¿Estarían dispuestos a tomar una píldora mágica que les asegurara el éxito olímpico, pero que también les causara la muerte en cinco años?

Informó que aproximadamente la mitad de los atletas encuestados optaron por la opción de oro por muerte. En un estudio de seguimiento realizado entre 2012 y 2013, la proporción fue menor, entre el 7 % y el 14 %, siendo los atletas de élite los más propensos a optar por la opción de oro por muerte.

No cabe duda de que el abuso de testosterona y sus análogos sintéticos puede ser perjudicial; sin embargo, muchos continúan haciéndolo. Las prohibiciones internacionales no han sido efectivas. Ante el creciente número de personas que no son deportistas y que abusan de la testosterona, es necesario intensificar la concienciación pública sobre sus numerosas consecuencias a largo plazo para la salud.