Los productos lácteos desnatados no evitan la obesidad

No es ningún secreto que una de las enfermedades más comunes en la población estadounidense es la obesidad. Tanto expertos como ciudadanos comunes intentan combatir esta peligrosa enfermedad limitando el consumo de alimentos con un alto contenido calórico y perjudiciales para la salud. Por ejemplo, en los últimos años, muchos estados de EE. UU. han adoptado la práctica de alimentar a los niños pequeños con productos lácteos bajos en grasa para que en el futuro puedan evitar la obesidad y el colesterol alto. Estudios recientes realizados por científicos estadounidenses han demostrado que la leche y otros productos lácteos bajos en grasa no pueden prevenir la obesidad ni contribuir a la pérdida de peso.

Durante seis meses, pediatras de la Universidad de Virginia (EE. UU.) realizaron un estudio sobre productos lácteos bajos en grasa y su impacto en la salud y el peso de los niños pequeños. El estudio consistió en que especialistas encuestaron a 11 000 familias con niños pequeños durante seis meses. Las preguntas clave de los cuestionarios fueron: ¿qué tipo de leche preferían los padres dar a sus hijos de 2 y 4 años: normal, baja en grasa o de soja? Además de la encuesta, los especialistas pesaron anualmente a los niños.

Tras analizar los datos obtenidos de los padres de los niños y los indicadores de peso anuales, los pediatras pudieron extraer conclusiones sobre el efecto de la leche en el peso infantil. Resultó que los niños que bebían regularmente leche descremada (0,5-1,5 % de grasa) eran más propensos a ser obesos. Entre los niños de dos años alimentados con leche baja en grasa, alrededor del 14 % desarrolló obesidad, entre los de cuatro años, más del 16 % de los niños. A modo de comparación, entre los niños de dos años alimentados con leche normal con grasa (de vaca o de cabra), la predisposición a la obesidad se observó solo en el 9 % de los niños, y entre los de cuatro años, solo en el 12 %. Los científicos concluyeron que la leche descremada no solo no puede proteger contra la obesidad y el sobrepeso, sino que también puede provocarlos.

Los niños que consumían productos lácteos bajos en grasa tenían un 57 % más de probabilidades de ser obesos que quienes consumían productos lácteos sin procesar. Los autores del estudio explican los hallazgos diciendo que la leche entera puede mantener al niño saciado por un tiempo, evitando que sienta hambre. La leche descremada carece de nutrientes y solo puede calmar la sed, lo que provoca que el niño coma más.

Un vaso de leche entera puede sustituir la merienda de un niño pequeño, y no sentirá hambre durante una o dos horas. Un niño que bebe un producto bajo en grasa seguirá teniendo hambre y necesitará otros alimentos. Resulta que, a pesar del contenido de grasa del producto, su consumo tiene un efecto positivo en la salud y previene el sobrepeso.

Los expertos recomiendan dar a los niños productos lácteos grasos regulares, ya que los menores de cinco años necesitan mucha energía y productos naturales que contengan vitaminas y nutrientes. Además, los pediatras recomiendan excluir de la dieta infantil la comida rápida, las aguas carbonatadas dulces, los helados y los postres con conservantes. En su opinión, estas restricciones pueden proteger a los niños de la obesidad. Asimismo, los médicos no recomiendan el consumo de leche en polvo, ni desnatada ni entera. La leche en polvo tiene una integridad nutricional deteriorada y no aporta al niño los minerales y vitaminas necesarios.

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