Las malas acciones huelen

Al condenar moralmente las acciones de otras personas, activamos nuestros propios centros cerebrales de disgusto.

“Esto es repugnante”, dice la gente si quiere decir algo inaceptable, poco ético, inmoral. Al hacerlo, realmente comienzan a sentir disgusto: los científicos han descubierto que cualquier acción inaceptable de otras personas causa una sensación literal de disgusto en el cerebro humano, similar a la que ocurre cuando se detectan olores fétidos. Esto fue dicho por expertos que representan a la Universidad de Ginebra: decidieron descubrir cómo reacciona el cerebro a las malas acciones, con dolor o aún con disgusto.

Al comienzo del experimento, a los participantes se les permitió sentir un olor desagradable y luego experimentar un ligero dolor por una leve quemadura. Por lo tanto, los científicos lograron comprender las características de la reacción de una persona en particular a las sensaciones físicas desagradables. Posteriormente, se pidió a los participantes que leyeran el famoso "problema del carro": la esencia de su descripción es la capacidad de sacrificar a una persona para salvar a varias. Este dilema suele ser controvertido. Por un lado, es incorrecto decir que una persona tiene menos valor que, por ejemplo, cinco o seis personas. Sin embargo, dejar una y perder varias víctimas también es inmoral, por lo que elegir la respuesta correcta es muy difícil, ¿hay alguna?

En el curso del estudio, resultó que después de familiarizarse con el dilema, los participantes mostraron un aumento en la sensibilidad a los olores desagradables, con una relativa estabilidad de la sensibilidad al dolor. Se observaron resultados similares para las indicaciones de actividad cerebral, que se evaluó mediante un tipo funcional de imágenes de resonancia magnética . Como explican los científicos, las sensaciones de dolor y la sensación de repugnancia olfativa estimulan regiones cerebrales similares, que son bastante difíciles de distinguir por separado para la resonancia magnética. Sin embargo, los expertos pudieron hacer esto y, según los indicadores de actividad cerebral, consideraron que era el sentimiento de disgusto lo que se intensificaba con la condena moral. Por lo tanto, podemos decir con seguridad sobre las malas acciones que huelen mal, pero que no son físicamente dolorosas. Es cierto que es necesario aclarar que no estamos hablando de un olor obvio: es más bien una metáfora, porque siempre hay varios olores alrededor de una persona al mismo tiempo, y no todos son agradables. Sin embargo, comenzamos a sentir el aroma indeseado mucho más agudamente después de caer en la indignación moral.

El surgimiento de una relación entre el disgusto y la condena del lado moral del problema se puede rastrear utilizando la teoría de la evolución. El mal olor, junto con el disgusto, señalan cualquier peligro, posible daño. Cualquier cosa que huela mal puede ser venenosa, contaminada, contagiosa e inherentemente inaceptable. Y con el desarrollo de la socialización, se formaron criterios morales generalmente aceptados.

Quienes se atreven a violar los criterios generales de la moral ponen en riesgo a todo el grupo de la sociedad, lo que provoca condena. Al mismo tiempo, el cerebro no se reconstruye ni se transforma, sino que utiliza una respuesta neural de larga data, como el disgusto olfativo.

El trabajo de los científicos se presenta en la www.advances.sciencemag.org