Nutrición láctea e intolerancia a la leche

Consideremos ejemplos específicos de diferentes soluciones a algunos problemas nutricionales importantes, a la luz de teorías clásicas y nuevas. Uno de estos problemas está relacionado con la nutrición láctea, y el otro con la intolerancia a la leche.

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Nutrición láctea e intolerancia a la leche

La alimentación con leche no es una característica exclusiva de los mamíferos. La leche como alimento para los recién nacidos también fue inventada por otros grupos de organismos. La leche de mamíferos posee la notable propiedad de mantener la homeostasis en los organismos recién nacidos, especialmente en el primer período postnatal. Es en este momento cuando la penetración de las macromoléculas de la leche materna en el medio interno del organismo del recién nacido se produce prácticamente sin obstáculos. Esto se debe a que la mayoría de los mamíferos recién nacidos tienen una piel fina que no constituye una barrera inmunitaria, y los componentes no descompuestos de la leche (incluidas las proteínas) penetran en su medio interno por endocitosis. Recientemente, se ha descubierto la presencia de cantidades significativas de enzimas y hormonas en la leche, lo que, en estas condiciones, garantiza el mantenimiento del estado hormonal del recién nacido. Alimentar a un recién nacido con leche de un organismo de otra especie es inadecuado desde este punto de vista, ya que antígenos extraños entran en la sangre.

Las principales diferencias entre la leche y el alimento definitivo común residen en la composición de carbohidratos. La leche contiene un carbohidrato específico, la lactosa, mientras que el alimento definitivo contiene principalmente sacarosa y almidón. Este último, tras la descomposición hidrolítica, se convierte principalmente en disacáridos como la maltosa y la isomaltosa (pero no en lactosa).

Para comprender el papel biológico de la leche, es importante recordar que la presencia de lactosa, combinada con la presencia de la enzima correspondiente (lactasa) en la mucosa del intestino delgado, asegura el control del vínculo trófico entre la madre y la cría. Este vínculo trófico se rompe cuando el organismo en crecimiento alcanza cierto grado de madurez y la lactasa en su intestino se reprime. El resultado es una rápida disminución de la tolerancia a la leche y el rechazo a consumirla. Por lo tanto, y esto no puede sino despertar admiración por la sabiduría de la naturaleza, uno de los alimentos más perfectos, la leche, también contiene un "limitador" que, en condiciones naturales, en cuanto la leche deja de ser vital para la cría madura, interrumpe el mecanismo de alimentación que agota a la madre. Actualmente se ha establecido que la represión de la lactasa está controlada por el eje hipotálamo-tiroideo, cuya interrupción impide la represión de esta enzima.

Intolerancia a la leche

Este problema es un caso particular de intolerancia alimentaria. Sin embargo, a diferencia de otros tipos de intolerancia, cientos de millones de personas la padecen. Así, la intolerancia a la leche (intolerancia a la lactosa, malabsorción de lactosa, deficiencia de lactasa) en la población de Europa y América se sitúa entre el 6 y el 12 %. Entre los habitantes de Oriente Medio, alcanza el 70 % o más. Se han obtenido datos similares para chipriotas, japoneses, chinos, esquimales de Groenlandia, indígenas americanos, africanos, esrilanqueses, etc.

A medida que el cuerpo envejece, la intolerancia a la leche y a otros productos suele aumentar. Esto se debe no solo a una disminución relacionada con la edad en la tasa de síntesis de diversas enzimas, incluida la lactasa, sino también, en particular, a un debilitamiento de las funciones de barrera hepática. En muchos casos, los efectos terapéuticos sobre el hígado conducen a la restauración de la tolerancia alimentaria. La supresión de la flora bacteriana intestinal siempre previene la intolerancia a la lactosa. Curiosamente, en personas con la misma deficiencia de lactasa, la intolerancia a la leche puede ser pronunciada o nula. Esto a menudo está determinado por las diferencias en la composición de la flora bacteriana intestinal (en algunas personas no produce metabolitos tóxicos, mientras que en otras los produce en grandes cantidades) y el estado de las funciones de barrera hepática.

En los últimos años, se ha intentado crear leche que pueda ser consumida por personas con intolerancia a la lactosa. Hay dos maneras de lograrlo:

1. hidrólisis preliminar de la lactosa antes de consumir la leche;
2. añadiendo enzima lactasa a la leche, que descompone la lactosa.

En caso de deficiencia de lactasa, se consume leche con lactosa dividida, así como productos lácteos con un bajo contenido de este disacárido: kéfir, leche agria, queso, etc.