Nutrición y longevidad

Existe una clara evidencia de la influencia de los alimentos y la nutrición en muchas características biológicas importantes del cuerpo, en particular en la esperanza de vida, el envejecimiento y el momento de funcionamiento óptimo de sus sistemas fisiológicos.

Hay buenas razones para creer que la dieta juega un papel importante en el mantenimiento del estado mental de las personas mayores.

Uno de los patrones más generales demostrados por varios investigadores en experimentos con mamíferos de diversas especies es un marcado aumento de la esperanza de vida con una ingesta alimentaria limitada. Por ejemplo, en ratas, la esperanza de vida con una ingesta alimentaria limitada aumenta un 50%, e incluso más, en comparación con los animales de control. Resultan de gran interés las observaciones de V. N. Nikitin (1984), quien demostró que, con las restricciones dietéticas, el espejo hormonal del cuerpo cambia: los niveles de corticotropina y corticosterona en sangre aumentan, y los de tirotropina, tiroxina e insulina disminuyen notablemente. Curiosamente, los animales con restricciones dietéticas conservan la capacidad de aparearse durante mucho más tiempo. El mecanismo de estos fenómenos requiere un análisis más profundo.

También se ha demostrado que con una dieta normal en términos de volumen, pero con un contenido proteico reducido, se observa un aumento significativo de la esperanza de vida. El nivel general, no solo de proteína, sino también de aminoácidos individuales, puede afectar la esperanza de vida. Sin embargo, este tema no se ha estudiado lo suficiente hasta la fecha. Solo se conocen datos individuales de gran interés. Así, una reducción del doble o triple del triptófano en la dieta conlleva un aumento notable de la esperanza de vida en animales de experimentación. Cabe recordar que el triptófano es un precursor de una importante sustancia fisiológicamente activa: la serotonina.

Existe evidencia de que las dietas bajas en ácidos grasos saturados y colesterol han reducido la mortalidad cardiovascular en Estados Unidos, Canadá y Australia. Sin embargo, estudios recientes sugieren que ciertos alimentos se consideran erróneamente hipercolesterolémicos y aterogénicos.

Diversas observaciones demuestran un efecto positivo significativo de la restricción dietética en humanos. Sin embargo, actualmente no hay evidencia de que el aumento de la esperanza de vida logrado mediante restricciones dietéticas no conduzca a una disminución de algunas características funcionales importantes del cuerpo. Además, las observaciones de animales sometidos a restricción dietética demuestran que existen diversas desviaciones en su comportamiento que deberían considerarse negativas. Cabe señalar que la multiplicidad de efectos alimentarios dificulta, y en muchos casos imposibilita, la evaluación inequívoca de una opción dietética en particular. En este sentido, se recomienda a las personas mayores que mantengan su dieta habitual.

Así pues, el problema de la influencia de la alimentación en la esperanza de vida es muy complejo y todavía espera su solución.

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