Antibióticos para la gripe: respuestas a todas las preguntas

Los médicos no se cansan de repetir que los antibióticos no sirven para tratar la gripe, una enfermedad que tiene una patogénesis viral.

Por lo tanto, la pregunta "¿Qué antibióticos se deben tomar para la gripe?" es incorrecta y solo puede formularse si quien la formula aún desconoce la diferencia entre bacterias y virus. Pero es precisamente esta diferencia la razón por la que no se recetan antibióticos para la gripe ni para las infecciones virales respiratorias agudas.

Si quiere saber exactamente por qué todos los médicos reconocen contraindicaciones para el uso de antibióticos contra la gripe, siga leyendo. Así podrá hacerle la pregunta correcta al médico que, para mayor seguridad ante posibles complicaciones, podría recetar antibióticos a un niño con gripe. Además, el médico local podría simplemente equivocarse en el diagnóstico y, sin analizar los síntomas de la enfermedad respiratoria, recomendar el uso de antibióticos contra la gripe en adultos.

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Antibióticos para la gripe y las infecciones virales respiratorias agudas: cuique suum

De hecho, cada cual tiene sus preferencias. Los fármacos antibacterianos no tienen efecto bioquímico ni fisiológico sobre los virus; es decir, la farmacodinámica de los antibióticos no es eficaz contra la gripe. Esto a pesar de que los antibióticos pueden combatir muchos tipos de bacterias patógenas peligrosas gracias a su capacidad para alterar el curso de los procesos bioquímicos en sus células, como el daño a la membrana, la interrupción de la síntesis de proteínas o la producción de enzimas celulares. Al suprimir así el crecimiento y la reproducción de las bacterias, los fármacos de este grupo eliminan la fuente de infección.

Pero los antibióticos son impotentes contra la gripe y las infecciones virales respiratorias agudas: sólo las inmunoglobulinas y los anticuerpos producidos por el sistema inmunológico de nuestro cuerpo, así como los interferones, proteínas que activan la respuesta inmune en respuesta a los ataques de la gripe, el rinovirus y el adenovirus, pueden matar los virus.

El virus de la influenza del género Influenzavirus A, B y C, que existe en forma de partícula (virión), pertenece a la familia de los ortomixovirus (Ortomyxoviridae), parásitos intracelulares obligados con un linaje aún desconocido. Estos parásitos se diferencian fundamentalmente de las bacterias patógenas y oportunistas: los virus no poseen una célula, sino una cápsula proteica con fragmentos de ARN, de modo que pueden sintetizar proteínas y reproducirse solo tras establecerse en las células de otro organismo. Para replicarse, el virus necesita una proteína de células extrañas, que "toma prestada" para sus propias necesidades. Como señalan los virólogos, en el caso de la influenza, que se propaga por gotitas en el aire, el virus se adhiere con mayor facilidad a las células epiteliales del tracto respiratorio superior. Y el sistema de adsorción del parásito está magníficamente desarrollado: en la superficie exterior de su cápsula hay vellosidades compuestas de enzimas glicoproteicas, que le ayudan a penetrar en las células casi sin obstáculos y comenzar allí a reproducirse y a producir sus propias proteínas.

Además, la replicación del ARN se produce a máxima velocidad para evitar ser atacado por el sistema inmunitario, ya que reacciona a las proteínas extrañas del virus, que son antígenos para el cuerpo humano. Por eso, a diferencia de otras enfermedades respiratorias, la primera fase de la gripe se asocia con una intoxicación, cuyos síntomas se manifiestan con un aumento significativo de la temperatura corporal y escalofríos, debilidad y dolor de cabeza, dolor ocular, dolor muscular y dolores en todo el cuerpo. Por lo tanto, en principio, no es difícil distinguir la gripe de un resfriado.

Los síntomas catarrales durante la gripe también tienen sus propias características: la sequedad de la mucosa nasofaríngea provoca dolor de garganta, la congestión nasal debido a la inflamación de la mucosa y la aparición de una tos seca intensa que causa dolor en el pecho. Pero incluso con estos síntomas, ni el mejor antibiótico servirá para la gripe.

Los antibióticos para la gripe pueden ser necesarios en caso de complicaciones, como sinusitis, otitis o neumonía, que se desarrollan debido a la activación de microbios oportunistas en un contexto de defensas debilitadas. Sin embargo, este tratamiento antibacteriano se utilizará para la enfermedad secundaria correspondiente, no para la gripe.