El fármaco "Torpedo" del alcoholismo: ¿cómo actúa la inyección?

Desde que existe el alcohol, la humanidad ha recurrido a él y, al mismo tiempo, le ha declarado la guerra a la embriaguez. Por ilógico que parezca, esta es la cruda realidad. El alcoholismo se cobra millones de vidas cada año en todo el planeta. ¡Cuántas personas han perdido la salud por su culpa! Pero las estadísticas son crueles: el número de bebedores no solo no disminuye, sino que crece, rejuvenece y adquiere rasgos femeninos. Y esto a pesar de los numerosos métodos bastante eficaces para combatir esta terrible enfermedad, como el uso del fármaco "Torpedo" para el alcoholismo, la codificación mediante el método Dovzhenko, los innovadores métodos de codificación láser y la translocación intracraneal.

Cada método tiene sus propias ventajas y desventajas, que es necesario conocer antes de tomar una decisión tan importante como tratar el alcoholismo mediante codificación. En este artículo, intentaremos comprender qué es la codificación para el alcoholismo y cómo se lleva a cabo con el fármaco especial "Torpedo".

Codificación del alcoholismo

La codificación es uno de los métodos más populares y eficaces para combatir el alcoholismo, que causa tanto daño a las personas como no todas las guerras. Pero si durante una guerra la destrucción es visible a simple vista, en el caso del alcoholismo permanece oculta por el momento, porque afecta al mundo interior de la persona: sus órganos vitales, su pensamiento, su alma. Una persona se degrada en el sentido literal de la palabra.

Codificar el alcohol significa inculcar en una persona una aversión persistente a esta bebida, con consecuencias peligrosas. Sería aún más correcto decir un grupo de bebidas, ya que la codificación se refiere a todos los líquidos que contienen alcohol, incluidos algunos medicamentos con etanol (por ejemplo, las tinturas de alcohol, que se clasifican como medicamentos).

La idea de desintoxicar a una persona del alcohol influyendo en su psique surgió a mediados del siglo XX. La hipnosis y la sugestión eran las principales herramientas de dicho tratamiento en aquella época. Esta es la base del método del doctor A. V. Dovzhenko, con el que se inició la historia del concepto de "codificación" en la década de 1980 del siglo pasado.

Los métodos de influencia psicoterapéutica para generar una aversión persistente al alcohol no han perdido su relevancia hasta la fecha. Sin embargo, también presentan una desventaja importante: dicha influencia solo da resultados si el paciente es susceptible a la hipnosis. De lo contrario, será una pérdida de tiempo y dinero.

Varios años después, aparecieron nuevos métodos para combatir el alcoholismo: los farmacológicos. Para ellos, la susceptibilidad a la hipnosis ya no es importante, aunque aún se conserva cierta sugestión. Sin embargo, el uso de medicamentos especiales, considerados incompatibles con el alcohol, cobra especial importancia, por lo que causan síntomas desagradables, similares en muchos aspectos al síndrome de abstinencia.

Recordemos que la abstinencia alcohólica implica una intoxicación alcohólica, que se manifiesta en forma de náuseas, vómitos, dolor de cabeza y otros síntomas dolorosos. El tratamiento está diseñado para abordar estos síntomas al beber una pequeña cantidad de alcohol. Al fin y al cabo, ¿quién querría perjudicarse empeorando su condición? Y si además se convence a una persona de que estos síntomas son potencialmente mortales (y hay algo de cierto en ello), ¿cómo no ser un incentivo para dejar de beber alcohol, al menos para mantenerse con vida?

La codificación torpedo para el alcoholismo se basa en los principios descritos anteriormente. La droga en sí (o más bien, una serie de drogas, que analizaremos más adelante) no representa un peligro para los humanos, ya que prácticamente no tiene efecto en el organismo. Y solo al reaccionar químicamente con un líquido que contiene alcohol, la droga se convierte en veneno, como ocurre cuando se administran drogas incompatibles.

El fármaco "Torpedo" es conocido por nuestros compatriotas desde la época de la Unión Soviética, cuando se utilizaba un medicamento de fabricación alemana. Fue uno de los primeros fármacos utilizados para tratar el alcoholismo mediante codificación. En el lenguaje común, el nombre del fármaco se desvirtuó un poco, transformándolo en el conocido "torpedo". Y dado que este método para combatir la adicción al alcohol se ha vuelto muy popular, en las conversaciones entre hombres y mujeres se suele escuchar la expresión "torpedo para el alcoholismo".

El método de codificación del alcoholismo con medicamentos suele denominarse bloqueo químico. Es decir, un fármaco específico, junto con la sugestión, crea un bloqueo en la mente de la persona al intentar beber alcohol. Sin embargo, el nombre modificado del fármaco para la codificación puede considerarse una forma de romper el círculo vicioso, de romper el muro que separa a la persona de una vida sobria, sana y feliz. Esto tiene sentido, por lo que no siempre vale la pena corregir a una persona si tergiversó el nombre del fármaco, ya que lo principal es que haya decidido firmemente romper con la embriaguez.

La particularidad del método de codificación reside en que el paciente se familiariza previamente con todos los detalles del método: qué fármacos, dónde se administran, cuáles son las consecuencias y los posibles riesgos. Solo después, el paciente decide por sí mismo si dicho tratamiento es adecuado para él o no. El procedimiento no puede llevarse a cabo sin el consentimiento del propio paciente. Esta es la condición principal del método de codificación para el alcoholismo.

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Indicaciones

El alcoholismo es una enfermedad grave y peligrosa. Generalmente, todos lo entienden, excepto los alcohólicos. La adicción al alcohol (al igual que otros tipos de adicción) puede considerarse un tipo de manía, porque casi todos los pensamientos y deseos de una persona con un fuerte ansia por el alcohol se reducen a la botella. En ella, los alcohólicos encuentran alegría, tranquilidad y felicidad, mientras que la familia, los amigos, el trabajo, la carrera y todo lo que una persona común aprecia pasan a un segundo plano.

No todas las personas que beben se consideran alcohólicas. Si a una persona le gusta beber y divertirse en vacaciones o en compañía de amigos, pero es capaz de rechazar esta idea, consciente de las posibles consecuencias, es poco probable que se le clasifique como un alcohólico maníaco. Mientras una persona pueda controlarse, no tiene sentido recurrir a medidas tan radicales como el tratamiento con "Torpedo" para el alcoholismo. En este caso, basta con el trabajo de un psicólogo y la fuerza de voluntad si el paciente decide repentinamente que no beberá más.

Un alcohólico es incapaz de controlar su manía, por lo que no puede considerarse una persona sana. Sin embargo, el alcoholismo es principalmente una enfermedad mental que requiere un enfoque integral de tratamiento, tanto psicológico como farmacológico. En este sentido, el "Torpedo" para el alcoholismo es la parte final del plan de tratamiento, cuyo inicio se encuentra en una consulta con un psicólogo.

El tratamiento con "Torpedo" u otros métodos de codificación puede prescribirse sólo si el paciente se ha dado cuenta de la inutilidad de su existencia y está listo para cambios radicales en su vida.

Pero eso no es todo. El deseo de terminar con la vida anterior de un alcohólico no es suficiente. Es necesario ser realista con todo lo que le sucederá tras la administración de la droga y evaluar con seriedad los posibles riesgos para la salud en caso de violar la prohibición del alcohol. Esto no es una multa ni una reprimenda en el trabajo. Los síntomas pueden ser tan fuertes que la persona simplemente no puede soportar este tormento y no podrá eliminar la droga del cuerpo por sí sola, especialmente cuando cicatrice la sutura de la operación (cuando se suturó la cápsula).

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Preparación

Cuando una persona desea deshacerse de un mal hábito a toda costa, empieza a buscar información sobre métodos efectivos para combatir el alcoholismo. Pero esto es ideal. Por lo general, la búsqueda de tratamientos e información sobre dónde suturar un torpedo para el alcoholismo la realizan los familiares y amigos del paciente, quienes luego le transmiten esta información.

Aunque el primer contacto de un alcohólico con el médico tratante tiene lugar en la consulta de un narcólogo, su participación en el tratamiento del alcoholismo es menos significativa que la de un psicólogo o psicoterapeuta que lo prepara para el procedimiento. Sin embargo, la mayoría de los narcólogos poseen conocimientos suficientes en psicoterapia y, por lo tanto, pueden asumir la plena responsabilidad de preparar al paciente para el procedimiento de codificación de drogas.

La preparación para la codificación se considera la etapa principal de este método, ya que la efectividad del tratamiento depende completamente de la actitud psicológica del paciente. Solo un psicólogo experimentado puede determinar cuán preparado está el paciente para cambios radicales en su vida. Si una persona asiste a una reunión en estado de ebriedad, no se discuten las posibilidades de su tratamiento, ya que tal actitud indica la ligereza de sus intenciones.

Aunque el paciente acceda a las insistentes peticiones de sus familiares de buscar ayuda de un especialista, esto no significa que esté dispuesto a dejar el alcohol para siempre. Quizás se trató de una debilidad momentánea y cedió a la persuasión, pero en realidad no se toma en serio la idea de la codificación o, por el contrario, quiere demostrar la ineficacia del método, demostrando que nada puede afectarle.

El tratamiento de estos pacientes conlleva cierto riesgo, ya que existe una alta probabilidad de que la persona recupere sus viejos hábitos al poco tiempo, mientras que el consumo de bebidas alcohólicas durante la terapia torpedo puede perjudicar gravemente la salud e incluso provocar la muerte por intoxicación grave. Además, es posible que la ambulancia no llegue a tiempo.

Al tratar con un alcohólico, el psicólogo intenta determinar su disposición no tanto para la administración del medicamento en sí, sino para el tratamiento posterior, que se realizará fuera de la institución médica sin la participación de un médico. Si la conclusión del especialista es positiva, se puede realizar una anamnesis, prescribir pruebas de laboratorio y realizar estudios específicos para identificar posibles contraindicaciones del procedimiento.

Un punto muy importante es discutir con el paciente las posibilidades de la medicación para tratar el alcoholismo con codificación. Si, según las indicaciones, se opta por un bloqueo químico, se le debe dar la oportunidad de elegir, entre los fármacos que se le ofrecen, el más adecuado, según su opinión. Así se establece una relación de confianza entre el médico y el paciente.

El médico proporciona al paciente toda la información necesaria sobre los medicamentos, sus efectos secundarios y su eficacia, a la vez que le explica la esencia del procedimiento. Es muy posible que el paciente ya tenga cierta información sobre la codificación, aunque no siempre sea positiva. La tarea del médico es disipar los mitos existentes sobre el tratamiento farmacológico y sus riesgos, para ayudar a despejar las dudas sobre la eficacia del método elegido. Al mismo tiempo, es necesario familiarizar al paciente con las posibles consecuencias de incumplir los requisitos de la terapia de codificación, para asegurarse de que los comprenda claramente y confirme su consentimiento por escrito.

La ubicación de la inserción del torpedo se discute con antelación. Algunos médicos prefieren la pared abdominal anterior. Esto se debe a las características del fármaco. El medicamento se libera gradualmente de la cápsula, ingresa al torrente sanguíneo y llega rápidamente al hígado, donde ejerce su efecto terapéutico, reduciendo la necesidad de alcohol. Sin embargo, el paciente tiene derecho a elegir la ubicación de la cápsula para que las secuelas de la operación no le causen molestias.

El consentimiento del paciente también es muy importante, ya que existen ciertos requisitos para la codificación. El deseo voluntario de mejorar su vida se considera solo uno de ellos. Otro requisito es la abstinencia de alcohol durante varios días antes del procedimiento. Generalmente, este período es de 5 a 7 días, pero en ocasiones es necesario abstenerse durante un par de semanas.

Para algunos alcohólicos, esta es una prueba terrible que confirma su determinación. Sin embargo, ese no es el punto. Simplemente es necesario eliminar todo el alcohol del cuerpo para que el proceso transcurra sin problemas.

Un requisito importante del método de codificación es la ausencia de patologías graves de los órganos internos (corazón, hígado, riñones) en el paciente, así como trastornos mentales (psicosis, demencia, etc.).

Una etapa especial de la preparación para el procedimiento es la elección del medicamento que se utilizará con fines terapéuticos. Como ya hemos mencionado, la palabra "torpedo" puede ocultar diversos medicamentos de distintos fabricantes. La mayoría de ellos se basan en disulfiram, una sustancia incompatible con el alcohol. Los medicamentos "Algominal" y "Stopetil" se consideran análogos completos del primer medicamento codificado, llamado "Torpedo".

La marca "Torpedo" también se utiliza para producir los medicamentos "Akvilong" y "Aktoplex", cuyo principal ingrediente activo también es el disulfiram. Estos medicamentos se administran por vía intravenosa o intramuscular.

Otro medicamento llamado "Antinol" se encuentra bajo el nombre de "Torpedo". Sin embargo, debe tener cuidado con este medicamento, ya que el fabricante no proporciona información sobre su principio activo ni su mecanismo de acción.

El medicamento "Binastim" es un fármaco inyectable a base de disulfiram. Los medicamentos "Esperal" y "Teturam" (el mismo principio activo) están disponibles en comprimidos, algunos de administración oral y otros subcutáneos. Se trata de un grupo aparte de fármacos que actúan según el principio "Torpedo".

El "Torpedo" original es un preparado de disulfiram, que se produce en forma de ampollas para inyección intramuscular y cápsulas para implantación subcutánea.

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Técnica Torpedos para el alcoholismo

Si se cumplen todas las condiciones de preparación para la codificación, puede proceder al procedimiento. Las inyecciones intramusculares no son difíciles, pero el medicamento se administra en varias etapas. La primera es de prueba: se inyecta una pequeña cantidad del medicamento en el tejido (generalmente en la zona del hombro al codo) y el médico observa la reacción. La segunda vez, la dosis es mayor, pero aún no está diseñada para un período prolongado. La tercera vez, se administra una dosis específica del medicamento, diseñada para actuar durante un período determinado.

Con las cápsulas, la cosa es un poco más complicada. Después de todo, implantar un torpedo para el alcoholismo es una operación sencilla pero quirúrgica que se realiza con anestesia local. Si es necesario, se realiza una prueba de tolerancia a la anestesia antes del procedimiento.

La incisión cutánea se realiza en zonas sin daño ni inflamación. La piel se limpia a fondo y se limpia con un antiséptico previamente.

¿Dónde se sutura el torpedo para el alcoholismo? El médico acuerda con el paciente la ubicación de la incisión. Esta puede ser la parte anterior del peritoneo, la zona bajo el omóplato o la región ilíaca, el glúteo.

La incisión se realiza según el tamaño de la cápsula, de unos 4 cm de profundidad. La cápsula estéril se inserta en la abertura de la incisión sin abrirla. Tras insertar el torpedo para el alcoholismo, se sutura la herida. En su lugar se aplica un vendaje estéril especial.

Tanto las cápsulas como las ampollas pueden tener diferentes volúmenes. Dependiendo de esto, la codificación se realiza por un período de cinco a seis meses o un año y medio. Este punto también debe discutirse con el paciente con antelación.

El principio de acción del torpedo para el alcoholismo es bastante simple. Una solución o cápsula de disulfiram, introducida en el tejido muscular, permanece allí durante un tiempo sin afectar el bienestar del paciente ni causar molestias ni sensaciones desagradables. Si una persona no bebe durante todo el período de ingestión, el medicamento pierde gradualmente su eficacia y se excreta del cuerpo de forma natural. Sin embargo, en cuanto se introduce una pequeña cantidad de etanol en el organismo del paciente, el disulfiram reacciona con él y provoca síntomas de intoxicación grave o una resaca tan desagradable para todos: náuseas, vómitos, dolor de cabeza intenso, etc.

Tras la inyección o la inserción de la ampolla, se realiza una prueba de provocación alcohólica bajo estricta supervisión del médico tratante, que muestra claramente al paciente lo que podría experimentar si bebe un poco de alcohol. El médico explica que el paciente recibió una pequeña dosis de alcohol, que sin embargo le causó síntomas desagradables. Si se aumenta la dosis, la intensidad de las sensaciones desagradables también aumentará. Con dosis altas de alcohol, los síntomas se vuelven insoportablemente dolorosos y pueden causar graves problemas de salud.

Después de realizar una provocación con alcohol, es necesario recordarle una vez más al paciente todas las consecuencias que puede provocar el consumo de alcohol con un torpedo implantado.

Algunos médicos recurren a la intimidación de exalcohólicos. Afirman que beber alcohol ahora, con un alto porcentaje de probabilidad, puede provocar la muerte del paciente. Por un lado, el miedo a la muerte es, sin duda, un fuerte incentivo para un estilo de vida sobrio. Pero, por otro lado, esta sugerencia puede provocar reacciones mentales negativas e incluso peligrosas en pacientes demasiado influenciables (depresión, neurosis, intentos de suicidio). El estrés en sí mismo puede convertirse posteriormente en una de las causas del desarrollo de patologías cardiovasculares y trastornos mentales graves.

No hay necesidad de presionar al paciente diciéndole que si bebe alcohol, morirá inevitablemente. El énfasis debe recaer en los dolorosos síntomas de la resaca, que ninguna persona sensata desea experimentar, y en las posibles consecuencias negativas para la salud si no recibe ayuda a tiempo. La posibilidad de un desenlace fatal puede mencionarse de pasada, y esto bastará para que la persona comprenda la magnitud de las consecuencias de violar la prohibición del consumo de sustancias alcohólicas.

Contraindicaciones

Quizás el disulfiram por sí solo no represente un peligro para el cuerpo humano, pero en combinación con etanol se vuelve tóxico. En condiciones normales, una pequeña cantidad de alcohol no causa síntomas desagradables, ya que el etanol se metaboliza en el hígado a metabolitos seguros. Al interactuar con el disulfiram, se altera el sistema enzimático del metabolismo del etanol, lo que provoca un aumento de la producción de acetaldehído, un derivado tóxico del metabolismo del alcohol. De ahí los síntomas de intoxicación.

Es importante comprender que cualquier intoxicación puede perjudicar significativamente la salud de una persona, pero si ya padece alguna enfermedad, las sustancias tóxicas empeorarán aún más su condición y, en algunos casos, pueden causar la muerte. No en vano, antes del procedimiento, el médico revisa el historial médico del paciente y, de ser necesario, prescribe un examen especial.

No se realizan inyecciones ni implantes de torpedos para el alcoholismo si a una persona se le diagnostican los siguientes problemas de salud:

• forma aguda de patologías infecciosas e inflamatorias (tuberculosis, infecciones virales respiratorias agudas, gripe, etc.),
• la presencia de procesos malignos en el organismo,
• diversas enfermedades graves del sistema cardiovascular:

• sustitución de células del músculo cardíaco por tejido cicatricial (esclerosis miocárdica, que en medicina se denomina cardiosclerosis),
• bloqueo del colesterol en los vasos cerebrales (aterosclerosis),
• infarto de miocardio, incluidas las condiciones pre y postinfarto,
• un bulto en la pared de la arteria principal del corazón llamado aneurisma aórtico,
• Insuficiencia cardíaca en fase de descompensación, ICC
• hipertensión (en casos de hipertensión moderada y grave),

• daño hepático grave,
• enfermedades renales agudas y crónicas con deterioro del funcionamiento,
• patologías neuropsiquiátricas.

Los medicamentos a base de disulfiram no son adecuados para la codificación de mujeres embarazadas y madres lactantes, así como para pacientes con intolerancia a este componente u otros componentes del medicamento.

Al elegir un medicamento, también debe recordar que el disulfiram no se prescribe para diabetes mellitus, patologías gastrointestinales y pulmonares con alto riesgo de sangrado, daño severo a los órganos de la audición y la visión, asma bronquial, síndrome convulsivo, polineuritis, lesiones infecciosas del sistema nervioso central.

Si no se tienen en cuenta todos estos puntos, la codificación farmacológica del alcoholismo puede tener consecuencias nefastas.

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Consecuencias después del procedimiento

El tratamiento con torpedo para el alcoholismo es un método bastante popular para combatir la embriaguez, aunque su uso implica cierto riesgo para la salud del paciente. En principio, el método de administración del fármaco se basa en que, por temor a complicaciones desagradables derivadas de la interacción del disulfiram con el etanol, los pacientes no consumen alcohol durante el tratamiento. Con el tiempo, el ansia por el alcohol disminuye y la persona considera que un estilo de vida sobrio es la norma.

Se pueden esperar complicaciones si el paciente no puede resistirse y recurre de nuevo a la bebida. El resultado de una reacción química entre el alcohol y el principio activo "Torpedo" u otro fármaco con un efecto similar será la aparición de los siguientes síntomas:

• hiperemia de la piel,
• náuseas con episodios de vómitos,
• la aparición de los llamados sofocos, acompañados de subidas de la presión arterial,
• convulsiones,
• síndrome edematoso,
• alucinaciones,
• episodios de asfixia,
• En algunos casos, son posibles ataques cardíacos, etc.

Muchos síntomas pueden considerarse no solo desagradables, sino también peligrosos, especialmente si el paciente ha tenido problemas cardíacos, digestivos, respiratorios, hepáticos, renales y del sistema nervioso central. Estas complicaciones solo pueden evitarse mediante un examen completo el día anterior al procedimiento y evitando el consumo de alcohol, al menos durante la codificación.

También pueden surgir complicaciones si no se estableció inicialmente la probabilidad de intolerancia al disulfiram o a otros componentes del torpedo. También pueden presentarse con un tratamiento inadecuado de la herida y la falta de higiene de la piel tras la sutura de la cápsula (es posible que se produzcan reacciones inflamatorias en la incisión con formación de pus).

Las consecuencias de un plan diferente son problemas psicológicos. Incluso si el paciente aceptó todas las condiciones del procedimiento durante el período de terapia (de seis meses a cinco años), es posible que sufra crisis nerviosas, ya que tiene que luchar constantemente contra el deseo de beber. La falta de esta oportunidad puede causar irritación y depresión. La tensión nerviosa puede afectar negativamente la función sexual del hombre (o la mujer), lo que agrava aún más la situación. Esto ocurre a pesar de que la persona conocía las posibles consecuencias y tuvo en cuenta la información.

En este sentido, se presta especial atención a la labor del psicólogo y al apoyo a los familiares. La codificación solo puede realizarse con el consentimiento del paciente; de lo contrario, no se pueden evitar las consecuencias negativas. Esto incluye el consumo de alcohol durante el tratamiento, con todos los síntomas que conlleva, así como los conflictos familiares y los accidentes asociados a trastornos corporales (infartos, lesiones por trastornos del sistema nervioso central, etc.).

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Cuidado después del procedimiento

Si el torpedo para el alcoholismo se administra por vía intravenosa o intramuscular, después del procedimiento, la persona solo debe seguir las indicaciones del médico respecto al alcohol y contactarlo en caso de molestias. En algunos casos, durante los primeros meses de tratamiento, es necesario buscar ayuda de un psicólogo o psiquiatra para prevenir la aparición de neurosis y depresión.

Cuando se inserta un torpedo (y muchas personas prefieren este método), durante varios días después del procedimiento deberá prestar atención a la zona del cuerpo donde se inyectó el medicamento. Después de la operación, se sutura la herida y se aplica un vendaje estéril, que deberá cambiarse varias veces hasta que la herida cicatrice por completo. Debe procurar no mojar la incisión durante los primeros días para que cicatrice más rápido.

Si en el lugar de la lesión de la piel se observa enrojecimiento e hinchazón, será necesario tratarla con soluciones antisépticas sin alcohol o decocciones de hierbas, mantener la higiene de la piel y tocar la herida con las manos lo menos posible.

Las posibles complicaciones de la operación incluyen: irritación y supuración de la herida (con retirada prematura de los puntos o impacto mecánico brusco), rechazo de la cápsula implantada (con profundidad de inserción insuficiente), desarrollo de una reacción alérgica.

Las consecuencias extremadamente peligrosas del consumo de alcohol durante el tratamiento incluyen insuficiencia respiratoria aguda, colapso, infarto de miocardio, edema cerebral, accidente cerebrovascular hemorrágico y coma.

En principio, tras la inserción del torpedo, el paciente puede llevar una vida normal. La única restricción es el consumo de alcohol, cuyo consumo está estrictamente prohibido por los médicos durante el tratamiento. Para afrontar el ansia por el alcohol en este momento, es más fácil ser consciente del peligro de consumir alcohol en presencia de un torpedo y contar con el apoyo de los seres queridos, quienes deben ayudar al paciente a sobrevivir al tratamiento de forma segura, especialmente durante los primeros meses, cuando el deseo de beber aún es fuerte.

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Fecha de caducidad del torpedo

Dado que todos los matices del efecto terapéutico se discuten con el paciente antes de iniciar el tratamiento para el alcoholismo mediante codificación, también se presta la debida atención al tiempo que el fármaco hace efecto. Este tema se discute tanto con los familiares del paciente como con él mismo.

El periodo de implantación de la cápsula no es casual. La elección del médico puede verse influenciada por la salud del alcohólico, las características de su sistema nervioso central y comportamiento, las características individuales de su cuerpo, la intensidad de su deseo, la duración del alcoholismo, etc. Al comunicar su propuesta al paciente y a sus familiares, el médico debe justificarla para que no queden dudas de que es la mejor opción de tratamiento. Si la condición del paciente lo permite, el periodo de tratamiento propuesto por el médico puede aumentarse o reducirse, según la propia voluntad del paciente.

El tratamiento con Torpedo para el alcoholismo suele administrarse durante un periodo de entre 6 meses y 1,5 años. Depende en gran medida del medicamento en sí y de las características del organismo del paciente. En algunos casos, la duración del tratamiento puede extenderse hasta 5 años.

Pero aunque el tratamiento esté especificado y tenga un límite, el fin de la validez del medicamento no significa que se libere de la prohibición del alcohol. De lo contrario, ¿para qué codificarlo?

Cabe señalar que el período de tratamiento especificado es muy aproximado. Es un error pensar que el fármaco permanece en el organismo durante todo su efecto. De hecho, el disulfiram y sustancias químicas similares se eliminan del organismo con bastante rapidez, especialmente cuando se administran por vía intravenosa. El contenido de la cápsula, que también es soluble y no puede permanecer inalterado en el organismo durante mucho tiempo, tardará un poco más en eliminarse. Depende mucho de la dosis y la presentación del disulfiram: la presentación habitual, administrada por vía intravenosa o intramuscular, se elimina del organismo durante el primer día, mientras que la presentación prolongada puede permanecer en el organismo durante 7-8 meses.

Durante la mayor parte del tratamiento, el exalcohólico no se expone a ningún peligro derivado del alcohol, pero sigue creyendo que existe. En este caso, el tratamiento se basa en el efecto placebo, que, por cierto, no es tan perjudicial si activa las propias fuerzas del organismo para combatir la enfermedad.

No existe una respuesta clara a la pregunta de cómo eliminar un torpedo del alcoholismo, ya que la pregunta en sí misma no se considera del todo correcta. La cápsula solo se puede extraer quirúrgicamente en las primeras horas después de la operación, si surgen complicaciones imprevistas. Posteriormente, el medicamento de la cápsula entra en la sangre y los tejidos del cuerpo, lo que significa que solo se puede eliminar mediante la depuración de la sangre (se realizan las mismas manipulaciones en caso de consumo de alcohol durante el tratamiento, si este ha provocado la aparición de síntomas peligrosos). Desafortunadamente, no se puede contar con un antídoto, ya que simplemente no existe.

A veces se ofrece a los pacientes una descodificación al finalizar el tratamiento o cuando surgen complicaciones. En la mayoría de los casos, esta oferta puede considerarse una estafa para obtener ingresos adicionales, ya que, al finalizar el período de descodificación, el medicamento ya ha desaparecido del organismo y el paciente, psicológicamente, está listo para llevar un estilo de vida saludable y sobrio, cuyos beneficios experimentó durante el tratamiento. Resulta que no hay necesidad de descodificación; el momento de la descodificación puede considerarse la aceptación por parte del exalcohólico de un estilo de vida sobrio como norma, que ya no piensa cambiar.

En caso de complicaciones durante el tratamiento del alcoholismo, generalmente se limpia el cuerpo de la sustancia activa de la droga y se tratan los síntomas resultantes, lo que no tiene nada que ver con la descodificación.

Un torpedo para el alcoholismo no es tanto un procedimiento terapéutico como una oportunidad para impulsar a una persona que desea, pero no puede, abandonar su perniciosa adicción al alcohol a tomar medidas drásticas. Al fin y al cabo, la propia salud, y sobre todo la vida, son el mayor valor para una persona. Simplemente no existe un incentivo más fuerte, a menos que, por supuesto, se tenga en cuenta la salud y la vida de un hijo, pero usar tal incentivo en la terapia violaría todas las leyes humanas.