Sexualidad y trastornos sexuales: causas, síntomas, diagnóstico, tratamiento

Las normas aceptables de comportamiento y relaciones sexuales varían ampliamente entre culturas. El personal sanitario nunca debe juzgar el comportamiento sexual, incluso si la presión social lo exige. En general, los profesionales sanitarios no pueden resolver las cuestiones de normalidad y patología de la sexualidad. El tratamiento está justificado cuando el comportamiento o las dificultades sexuales resultan angustiantes o perjudiciales para el paciente o su pareja.

La masturbación, antes considerada una perversión y causa de trastornos mentales, ahora se considera una actividad sexual normal; solo es patológica si suprime el comportamiento dirigido a la pareja, se realiza en público o es tan compulsiva que causa angustia. Aproximadamente el 97 % de los hombres y el 80 % de las mujeres se masturban. Aunque la masturbación en sí misma es inofensiva, la culpa que generan las actitudes de desaprobación y censura de los demás puede provocar angustia grave y deterioro de la función sexual.

La Asociación Americana de Psiquiatría no ha considerado la homosexualidad como un trastorno durante más de tres décadas. Entre el 4 % y el 5 % de la población se identifica exclusivamente como homosexual a lo largo de su vida. Al igual que la heterosexualidad, la homosexualidad es el resultado de un conjunto de factores biológicos y ambientales que propician la capacidad de sentirse sexualmente excitado por personas del mismo sexo. Al igual que la heterosexualidad, la homosexualidad no es una cuestión de elección.

La actividad sexual frecuente con múltiples parejas, a menudo anónimas o relaciones casuales y puntuales, sugiere una menor capacidad para las relaciones íntimas. Sin embargo, la promiscuidad por sí sola no es evidencia de un trastorno psicosexual. Las relaciones sexuales casuales son bastante comunes, aunque el miedo a la infección por VIH ha provocado una disminución de su incidencia. La mayoría de las culturas desaprueban las relaciones extramatrimoniales, pero aceptan la actividad sexual prematrimonial. En Estados Unidos, la mayoría de las personas comienzan su vida sexual antes del matrimonio o sin matrimonio, lo que refleja una tendencia hacia una mayor libertad sexual en los países desarrollados. Las relaciones sexuales extramatrimoniales son comunes entre las personas casadas, a pesar de los tabúes sociales.

Las normas aceptables de comportamiento y relaciones sexuales se ven influenciadas en gran medida por la influencia parental. Al rechazar de forma repulsiva la sexualidad física, incluyendo el contacto físico, los padres generan culpa y vergüenza en los niños e inhiben su capacidad para disfrutar del sexo y desarrollar relaciones íntimas sanas en la edad adulta. Las relaciones con los padres pueden verse dañadas por un desapego emocional excesivo, el castigo constante o la seducción y explotación sexual manifiestas. Los niños que crecen en un ambiente de hostilidad verbal o física, rechazo y crueldad suelen tener dificultades para desarrollar intimidad sexual y emocional. Por ejemplo, el amor y la excitación sexual pueden disociarse, lo que resulta en el establecimiento de vínculos emocionales con personas de su misma clase social y nivel intelectual, y en el establecimiento de relaciones sexuales solo con personas de un nivel inferior, como las prostitutas, con quienes no se establece intimidad emocional.

Un médico experto puede brindar asesoramiento sensible y basado en la evidencia, y no debe desaprovechar oportunidades para una intervención útil. Se deben abordar las conductas que ponen al paciente en riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual. El médico tiene la oportunidad de reconocer y abordar problemas psicosexuales, como la disfunción sexual, los trastornos de identidad de género y las parafilias.

[ 1 ], [ 2 ], [ 3 ], [ 4 ], [ 5 ], [ 6 ], [ 7 ]