Fibroma

Los fibromas son la enfermedad ginecológica más común y son formaciones benignas de tejido conectivo. Pueden desarrollarse en cualquier órgano con músculo liso, pero afectan con mayor frecuencia al útero. Con la apariencia de un solo nódulo o de un grupo de ellos, los tumores pueden medir desde unos pocos milímetros hasta 30 cm o más.

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¿Cómo se manifiesta el fibroma?

A menudo, el crecimiento de los fibromas es asintomático y se detiene con la llegada de la menopausia, sin necesidad de intervención especial. En mujeres en edad fértil, el diagnóstico temprano de los fibromas permite el tratamiento farmacológico o la minimización del trauma quirúrgico, preservando así la función reproductiva. Dependiendo de su ubicación en la superficie del útero, los fibromas pueden presentar nódulos subserosos, submucosos e intramurales. El primer tipo de nódulos fibromatosos aparece en la capa externa del útero y no afecta el ciclo menstrual, pero puede interferir con los órganos cercanos.

El fibroma submucoso es menos común; se desarrolla bajo la mucosa uterina y es peligroso debido al sangrado abundante. Los nódulos intramurales se localizan en la superficie interna del útero y causan dolor intenso en la zona pélvica. Hay razones para creer que la aparición de fibromas depende directamente de los niveles hormonales. El uso de anticonceptivos y la producción de estrógenos asociada al embarazo provocan la aparición y el agrandamiento de los nódulos. La llegada de la menopausia, cuando los niveles hormonales disminuyen de forma natural, puede provocar la disminución o la desaparición completa del tumor. Un fibroma en crecimiento activo causa ciertos síntomas, por lo que no se debe posponer la visita al médico.

A qué debes prestar atención primero:

• Cambios en el ciclo menstrual, el sangrado es prolongado y doloroso.
• Aumento de la necesidad de orinar, causado por la presión del fibroma sobre la vejiga.
• Sensación de pesadez y dolor en el abdomen bajo, dolor durante la intimidad.
• Hinchazón, flatulencia durante la menstruación.
• Dolor persistente en la espalda baja, estreñimiento.

¿Cómo se reconoce el fibroma?

La presencia de todos o varios signos puede indicar que la paciente está desarrollando un fibroma, que requiere tratamiento. Para confirmar el diagnóstico, el ginecólogo prescribe una ecografía, una resonancia magnética o una tomografía computarizada. En algunos casos, se utiliza la histeroscopia, la prueba más precisa, que se realiza bajo anestesia.

¿Cómo se trata el fibroma?

Dependiendo de la tasa de crecimiento y del tamaño del tumor, se puede utilizar tratamiento farmacológico y quirúrgico de los fibromas uterinos.

La medicación incluye analgésicos, suplementos dietéticos con alto contenido de hierro, la prevención de la anemia y medicamentos no esteroideos. La terapia hormonal tiene varios efectos secundarios y se utiliza con poca frecuencia.

Si el resultado solo se puede lograr mediante cirugía, un método poco traumático es la resección histeroscópica. En este caso, el mioma se extirpa con un instrumento quirúrgico a través del cuello uterino, lo que permite a la mujer quedar embarazada posteriormente. Un método radical para tratar los miomas es la histerectomía. Si el mioma se complica con un tumor ovárico o endometriosis, se extirpa completamente el útero. En ocasiones, para evitar que el tumor ovárico degenere en una neoplasia maligna, se pueden extirpar uno o ambos ovarios junto con el útero. En mujeres jóvenes, esta operación requiere terapia hormonal adicional.

Cabe decir que el fibroma no se cura con remedios caseros ni hechizos, pero el contacto oportuno con un especialista ayudará a elegir el mejor método de tratamiento.